DÍA 04 DE AYUNO Y ORACIÓN: LA UNIDAD DEL CUERPO


Día 04 – Jueves 26/Febrero/2015


La unidad del Cuerpo
Leer: Efesios 4: 1-16
“…solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; (…) todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (vs. 3 y 16)
Estos días estamos pidiendo a Dios por una Revelación por dirección para nuestras vidas acerca del futuro de nuestra vida congregacional y por un avivamiento continuo. Esto significa que la manifestación de Dios sea sin interrupciones y que no se detenga. La palabra “continuo” también significa un todo formado por partes entre las que no hay separación, que están unidas entre sí y que a su vez forman un conjunto sólido, compacto.
Para que Dios pueda derramar sobre nosotros un constante avivamiento, necesitamos crecer en unidad. Esta es una condición indispensable e irremplazable. Tan importante que Jesús rogó al Padre para que todos seamos uno (Juan 17).
Efesios 4 nos exhorta a ser solícitos en guardar la unidad. Es decir, debemos ser diligentes, tener cuidado y poner atención en conservar la unidad del cuerpo. En una sociedad fragmentada y dividida como la actual, el desafío es mantener los lazos de unidad. No podemos permitir que los celos, comparaciones, desconfianza, inseguridades, heridas del alma y temores rompan la solidez del cuerpo. Siempre que damos lugar en nuestro corazón a este tipo de sentimientos, se producen grietas que quiebran la consistencia del conjunto y nos confinan a permanecer en un estado de inmadurez en nuestra vida afectando nuestras relaciones interpersonales.
Hoy es un día especial para pedirle a Dios que sane completamente nuestro corazón y nos ayude a crecer en madurez para transformarnos en agentes de unidad y no de división. Además, necesitamos aprender a convivir y conciliar con las diferencias de las partes que forman el todo. Aceptar que cada uno es único, por lo tanto diferente al resto, y aporta una riqueza sustancial al cuerpo. Como dice el v. 16 en otra traducción: “Cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor.”
Un cuerpo sano es un cuerpo unido, compacto, que llega a ser impenetrable, firme y resistente a los males de este mundo. Un cuerpo unido atrae la gloria de Dios. Jesús en su oración al Padre para que seamos uno también pidió: “Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde yo estoy. Entonces podrán ver toda la gloria que me diste…” (Juan 17:24 NTV).
Crezcamos en unidad, hay una gloria mayor que Dios quiere derramar sobre su pueblo.
Aplicación Práctica:
  1. Separa un tiempo para estar a solas y pensar en el estado de tu corazón. ¿Hay sentimientos que afectan la unidad del cuerpo?
  2. Pedile a Dios que sane toda herida del alma, que te libre de todo temor y desconfianza. Recibe la sanidad y el perdón de Dios. Perdona a quienes creas necesario.
  3. Bendice la iglesia que es el cuerpo de Cristo  proclamando unidad y toma el compromiso delante de Dios de esforzarte por guardar esa unidad.

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