CURSO PARA MATRIMONIOS A NIVEL REGIONAL

El Ministerio de La Familia, del Presbiterio Regional de Lima-Callao de la Iglesia Evangélica Pentecostal Misionera;
tienen el agrado de Invitar a todos los Pastores, Líderes y miembros en general, a participar del curso para Matrimonios N°1 que se llevará a cabo a partir del lunes 21 de Marzo a las 7:45 pm en la Av. El Sol N° 225, al costado de la ADUNI de San Juan de Lurigancho. A la altura del paradero San Carlos de la Av. Wiese y el paradero Flores 22 de la Av. Canto Grande.
Estas clases tienen el único propósito de Mejorar La Relación Matrimonial en las parejas cristianas, ademas de capacitar parejas líderes que lleven estos cursos a las distintas congregaciones locales.
Es por ello que animamos al todo el pueblo de Dios, que puedan inscribirse con anticipación ya que las cupos son limitados, (máx. 8 parejas por grupo(.
Las Clases iniciarán este lunes 21 de Marzo y todos los lunes durante 2 meses, desde las 7:45 pm hasta las 10:00 pm.
Al finail se les otorgará a todos los particpantes su "Certificado" a Nombre del Ministerio de La Familia del Presbiterio Regional de Lima-Callao.
Por favor, reenvía esta página a todos tus contactos, que tal vez alguno de ellos podría ser bendecido en este curso.
Muchas Gracias y que Dios te Bendiga.
Atentamente:
Ps. Carlos Arrieta Vega
Presidente Regional
del Ministerio
de La Famiilia
VERDADES Y MENTIRAS ACERCA DEL MATRIMONIO
Consideren la posibilidad que son ustedes quienes están contribuyendo a los problemas, ya sea pasados o los que están sucediendo.
Yo se que es difícil admitirlo. Pero una pareja casada está compuesta de personas que traen situaciones únicas a la relación. Antes de quejarse de lo que su cónyuge este o no haciendo, examínense ustedes a profundidad. Háganse las siguientes preguntas y contéstenlas con honestidad:
¿Traigo heridas de mi pasado?
¿Estoy operando debido al temor o a otras emociones enfermizas?
¿Le he echado la culpa a mi cónyuge por cosas que realmente provienen de mí?
¿Estoy dejándome ser engañado, y con ello apartarme de la verdad?
¿Estoy permitiéndome creer que el cambio es posible?
¿Estoy caminando en una relación cercana e intima con Dios o le he relegado a una posición secundaria?
¿Creo que todo lo que Dios dice es verdad?
Cuando tú permites que el engaño penetre poco a poco en tu vida, un poco aquí, otro poco allá, tú llegaras muy pronto a desviarte del plan de Dios y a convertirse en un esclavo del engaño. Mientras mas te alejas de la verdad de Dios, más difícil se te hará mantener el pacto matrimonial. Debes reconocer que tú tienes una gran influencia sobre tu cónyuge, pero no tienes control alguno sobre su voluntad. Reconoce la influencia que tienes sobre tu cónyuge. Quizás tú no sientes que ejerces influencia, pero tú si la tienes. Hay una ley muy conocido en la física que dice, “Por cada acción, debe existir una igual y opuesta reacción.” Ahora aplica este axioma a tu relación.
Por cada acción tuya en tu matrimonio, habrá una reacción de parte de tu cónyuge, a veces igual o a veces opuesta. Tú únicamente puedes controlar tus acciones, sin importar como se conduzca tu cónyuge. No importa lo mal que se pongan las cosas, tu puede ejercitar control de ti mismo. Esta disciplina es importante y Dios la promete: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gal. 5:22-23).
Cuando tu ejercitas el autocontrol, debes concentrarte mucho menos en lo que tu cónyuge se encuentra haciendo y mas en tus propias acciones y reacciones. El cambio en una persona crea un cambio en otra. Es como una danza.
Las parejas crean juntas danzas. Tú te comportas de una manera; tu cónyuge responde con una conducta. Estas acciones y reacciones repiten y siguen un patrón. Conforme transcurre el tiempo, tú te encierras en estas danzas que te son familiares, que han sido practicadas una y otra vez, y que se encuentran profundamente arraigadas en ti. Algunas danzas las conoces muy bien ya que fueron practicadas al crecer dentro de tu primera familia. Otros bailes han sido aprendidos junto a tu cónyuge y han sido puestos en práctica una y otra vez.
La forma en que puedes cambiar tu bailes es a través de cambiar los pasos Tu no puedes forzar a tu cónyuge a moverse de forma diferente. Algunos cónyuges elaborarán un nuevo movimiento en base a sugerencias o a retroalimentación que les ayude a hacerlo. Otros no lo llegaran a hacer. Pero tu sí puedes crear un paso diferente.
Cuando tú decides súbitamente cambiar un movimiento, el resultado seguramente será tensión. Puede que tu decidas aligerar esta tensión y vuelvas a ejecutar el paso antiguo, o por el contrario, mantengas este nuevo paso hasta que tu cónyuge se acomode a el. Si tú no te rindes, el baile deberá cambiar. Al principio se siente tenso y terriblemente incomodo, pero eventualmente los pasos empezarán a formar un nuevo patrón, una nueva danza. Esta es tu esperanza: al cambiar tu paso en un baile, el baile cambiará… si tú no regresas a la forma antigua del baile.
Tú debes estar alerta del engaño espiritual.
El matrimonio es una acción santa. La división de dos personas por medio del divorcio es un intento de quebrar la unión de espíritus. El divorcio no disuelve la unión; simplemente separa físicamente a dos cónyuges. Se requiere únicamente de una persona para romper el lazo, pero múltiples personas son afectadas por el resto de sus vidas y posiblemente dentro de las generaciones por venir.
Tú debes estar engañado para poder estar dispuesto a disolver una unión santa. El proceso del engaño es lento e insidioso. Da inicio con una pequeña decepción, infelicidad o herida. Tú contemplas la noción de que alguien o algo más van a hacer la diferencia o proporcionarte algo que tú no tienes. Una pequeña fractura se ensancha.
"Tu debes estar engañado para poder estar dispuesto a disolver una unión santa. El proceso del engaño es lento e insidioso. "
Quizás tú estés en medio de circunstancias sumamente difíciles con tu cónyuge. Quizás hasta se encuentren separados.
Déjenme decirles algunas pocas palabras respecto a la separación. A veces, la separación conyugal es necesaria para poder detener una conducta abusiva o para demostrar enfáticamente que tu estas hablando en serio cuando te encuentras tratando con una conducta pecaminosa que no presenta arrepentimiento. Bajo circunstancias especificas y con una planificación muy cuidadosa, la separación puede ser un paso hacia la reconciliación. Puede ser una estrategia utilizada para decir, “Suficiente. Toma las cosas en serio; contrólate a ti mismo; deja de conducirte de una manera inapropiada. Cuando tu me puedas mostrar que eres una persona cambiada (luego de cierto tiempo) entonces volveremos a reunirnos.”
La separación puede a veces romper con el negativismo cuando las parejas se encuentran ensimismadas en echarse la culpa uno al otro y se encuentran siendo tóxicos en sus interacciones. El propósito de la separación bajo estas circunstancias es el poder dar a los cónyuges en lo individual, tiempo y espacio para poder pensar en forma mas clara sobre su relación y trabajar en las áreas personales. El tiempo que se dedique a la oración es esencial. La oración debe dirigirse hacia pedirle a Dios que te revele la parte que te corresponde en este problema y no debe ser el buscar Su voluntad referente a tu divorcio. Tú ya sabes que Su voluntad es que ustedes se reconcilien. El te lo dijo en Su Palabra.
Para el cristiano, la reconciliación debería siempre ser la meta. Esta requiere tanto del perdón como de un verdadero cambio en el corazón. Uno o ambos cónyuges posiblemente deberán hacer cambios drásticos en su conducta. Sin embargo, el cambio a menudo da inicio con una decisión de la voluntad de pensar y comportarse de una manera diferente. Al agregar el poder de Dios a la situación podemos ver que la reconciliación en posible. Esto lo hablo yo desde mi experiencia profesional.
Inmunizando del Divorcio a tu Matrimonio.
¡Es absolutamente posible tener un matrimonio en el cual el divorcio jamás es una opción! Tu cónyuge y tu pueden inmunizar del divorcio a su matrimonio y asegurarse de tener una vida juntos que se encuentre plena de paz, gozo, amor y llena de las verdades de Dios… “hasta que la muerte los separe.”
Tu debes rechazar las mentiras y creer las verdades referentes al matrimonio y al divorcio. Pablo escribe, “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:10-12)
10 Mentiras que llevan al divorcio y verdades que previenen que esto suceda
Mentira: El matrimonio es un contrato.
Verdad: El matrimonio es un pacto diseñado por Dios
Mentira: ¡Yo me casé contigo, no con tu familia!
Verdad: Cuando tú te casas no solo lo haces con tu cónyuge, tu recibes el paquete completo.
Mentira: Yo puedo cambiara mi cónyuge.
Verdad: Tu solo puedes cambiar la parte que te corresponde en el baile.
Mentira: Somos demasiado diferentes.
Verdad: La incompatibilidad y las diferencias no matan una relación. Lo que cuenta es como trabajamos juntos estas diferencias.
Mentira: He perdido ese sentimiento de amor, y este se ha ido para siempre
Verdad: Ese sentimiento de amor puede ser restaurado.
Mentira: Un matrimonio más tradicional nos podrá salvar.
Verdad: La intención de Dios es que haya igualdad entre géneros y una unidad de una sola carne.*
Mentira: Yo no puedo cambiar; así soy yo, tómalo o déjalo.
Verdad: Yo puedo cambiar pero esto requiere deseo, obediencia y poder.
Mentira: Ha habido infidelidad. Debemos divorciarnos.
Verdad: Las infidelidades son problemas serios y dañinos, pero no están mas allá de poder ser reparados y que haya reconciliación.
Mentira: No importa lo que yo haga; Dios me perdonará.
Verdad: Recibe la gracia de Dios con un corazón arrepentido.
Mentira: Se encuentra prácticamente destruido. Nada puede resolver esta relación.
Verdad: Nunca es demasiado tarde debido a que no hay nada imposible para Dios.
[*Nota del Editor: Aun cuando Dios ha creado a los esposos y a las esposas con responsabilidades y funciones específicas dentro del matrimonio, El no creó a uno superior al otro. Dios no hace acepción de personas. Al ser “una sola carne” la pareja forma un cordón de tres dobleces al estar conjuntamente unidos a Dios dentro de un pacto que no favorece a uno sobre el otro. Ambos son igualmente responsables de dar cuentas y de ser responsables delante de Dios dentro de este pacto.]
Yo se que es difícil admitirlo. Pero una pareja casada está compuesta de personas que traen situaciones únicas a la relación. Antes de quejarse de lo que su cónyuge este o no haciendo, examínense ustedes a profundidad. Háganse las siguientes preguntas y contéstenlas con honestidad:
¿Traigo heridas de mi pasado?
¿Estoy operando debido al temor o a otras emociones enfermizas?
¿Le he echado la culpa a mi cónyuge por cosas que realmente provienen de mí?
¿Estoy dejándome ser engañado, y con ello apartarme de la verdad?
¿Estoy permitiéndome creer que el cambio es posible?
¿Estoy caminando en una relación cercana e intima con Dios o le he relegado a una posición secundaria?
¿Creo que todo lo que Dios dice es verdad?
Cuando tú permites que el engaño penetre poco a poco en tu vida, un poco aquí, otro poco allá, tú llegaras muy pronto a desviarte del plan de Dios y a convertirse en un esclavo del engaño. Mientras mas te alejas de la verdad de Dios, más difícil se te hará mantener el pacto matrimonial. Debes reconocer que tú tienes una gran influencia sobre tu cónyuge, pero no tienes control alguno sobre su voluntad. Reconoce la influencia que tienes sobre tu cónyuge. Quizás tú no sientes que ejerces influencia, pero tú si la tienes. Hay una ley muy conocido en la física que dice, “Por cada acción, debe existir una igual y opuesta reacción.” Ahora aplica este axioma a tu relación.
Por cada acción tuya en tu matrimonio, habrá una reacción de parte de tu cónyuge, a veces igual o a veces opuesta. Tú únicamente puedes controlar tus acciones, sin importar como se conduzca tu cónyuge. No importa lo mal que se pongan las cosas, tu puede ejercitar control de ti mismo. Esta disciplina es importante y Dios la promete: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gal. 5:22-23).
Cuando tu ejercitas el autocontrol, debes concentrarte mucho menos en lo que tu cónyuge se encuentra haciendo y mas en tus propias acciones y reacciones. El cambio en una persona crea un cambio en otra. Es como una danza.
Las parejas crean juntas danzas. Tú te comportas de una manera; tu cónyuge responde con una conducta. Estas acciones y reacciones repiten y siguen un patrón. Conforme transcurre el tiempo, tú te encierras en estas danzas que te son familiares, que han sido practicadas una y otra vez, y que se encuentran profundamente arraigadas en ti. Algunas danzas las conoces muy bien ya que fueron practicadas al crecer dentro de tu primera familia. Otros bailes han sido aprendidos junto a tu cónyuge y han sido puestos en práctica una y otra vez.
La forma en que puedes cambiar tu bailes es a través de cambiar los pasos Tu no puedes forzar a tu cónyuge a moverse de forma diferente. Algunos cónyuges elaborarán un nuevo movimiento en base a sugerencias o a retroalimentación que les ayude a hacerlo. Otros no lo llegaran a hacer. Pero tu sí puedes crear un paso diferente.
Cuando tú decides súbitamente cambiar un movimiento, el resultado seguramente será tensión. Puede que tu decidas aligerar esta tensión y vuelvas a ejecutar el paso antiguo, o por el contrario, mantengas este nuevo paso hasta que tu cónyuge se acomode a el. Si tú no te rindes, el baile deberá cambiar. Al principio se siente tenso y terriblemente incomodo, pero eventualmente los pasos empezarán a formar un nuevo patrón, una nueva danza. Esta es tu esperanza: al cambiar tu paso en un baile, el baile cambiará… si tú no regresas a la forma antigua del baile.
Tú debes estar alerta del engaño espiritual.
El matrimonio es una acción santa. La división de dos personas por medio del divorcio es un intento de quebrar la unión de espíritus. El divorcio no disuelve la unión; simplemente separa físicamente a dos cónyuges. Se requiere únicamente de una persona para romper el lazo, pero múltiples personas son afectadas por el resto de sus vidas y posiblemente dentro de las generaciones por venir.
Tú debes estar engañado para poder estar dispuesto a disolver una unión santa. El proceso del engaño es lento e insidioso. Da inicio con una pequeña decepción, infelicidad o herida. Tú contemplas la noción de que alguien o algo más van a hacer la diferencia o proporcionarte algo que tú no tienes. Una pequeña fractura se ensancha.
"Tu debes estar engañado para poder estar dispuesto a disolver una unión santa. El proceso del engaño es lento e insidioso. "
Quizás tú estés en medio de circunstancias sumamente difíciles con tu cónyuge. Quizás hasta se encuentren separados.
Déjenme decirles algunas pocas palabras respecto a la separación. A veces, la separación conyugal es necesaria para poder detener una conducta abusiva o para demostrar enfáticamente que tu estas hablando en serio cuando te encuentras tratando con una conducta pecaminosa que no presenta arrepentimiento. Bajo circunstancias especificas y con una planificación muy cuidadosa, la separación puede ser un paso hacia la reconciliación. Puede ser una estrategia utilizada para decir, “Suficiente. Toma las cosas en serio; contrólate a ti mismo; deja de conducirte de una manera inapropiada. Cuando tu me puedas mostrar que eres una persona cambiada (luego de cierto tiempo) entonces volveremos a reunirnos.”
La separación puede a veces romper con el negativismo cuando las parejas se encuentran ensimismadas en echarse la culpa uno al otro y se encuentran siendo tóxicos en sus interacciones. El propósito de la separación bajo estas circunstancias es el poder dar a los cónyuges en lo individual, tiempo y espacio para poder pensar en forma mas clara sobre su relación y trabajar en las áreas personales. El tiempo que se dedique a la oración es esencial. La oración debe dirigirse hacia pedirle a Dios que te revele la parte que te corresponde en este problema y no debe ser el buscar Su voluntad referente a tu divorcio. Tú ya sabes que Su voluntad es que ustedes se reconcilien. El te lo dijo en Su Palabra.
Para el cristiano, la reconciliación debería siempre ser la meta. Esta requiere tanto del perdón como de un verdadero cambio en el corazón. Uno o ambos cónyuges posiblemente deberán hacer cambios drásticos en su conducta. Sin embargo, el cambio a menudo da inicio con una decisión de la voluntad de pensar y comportarse de una manera diferente. Al agregar el poder de Dios a la situación podemos ver que la reconciliación en posible. Esto lo hablo yo desde mi experiencia profesional.
Inmunizando del Divorcio a tu Matrimonio.
¡Es absolutamente posible tener un matrimonio en el cual el divorcio jamás es una opción! Tu cónyuge y tu pueden inmunizar del divorcio a su matrimonio y asegurarse de tener una vida juntos que se encuentre plena de paz, gozo, amor y llena de las verdades de Dios… “hasta que la muerte los separe.”
Tu debes rechazar las mentiras y creer las verdades referentes al matrimonio y al divorcio. Pablo escribe, “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:10-12)
10 Mentiras que llevan al divorcio y verdades que previenen que esto suceda
Mentira: El matrimonio es un contrato.
Verdad: El matrimonio es un pacto diseñado por Dios
Mentira: ¡Yo me casé contigo, no con tu familia!
Verdad: Cuando tú te casas no solo lo haces con tu cónyuge, tu recibes el paquete completo.
Mentira: Yo puedo cambiara mi cónyuge.
Verdad: Tu solo puedes cambiar la parte que te corresponde en el baile.
Mentira: Somos demasiado diferentes.
Verdad: La incompatibilidad y las diferencias no matan una relación. Lo que cuenta es como trabajamos juntos estas diferencias.
Mentira: He perdido ese sentimiento de amor, y este se ha ido para siempre
Verdad: Ese sentimiento de amor puede ser restaurado.
Mentira: Un matrimonio más tradicional nos podrá salvar.
Verdad: La intención de Dios es que haya igualdad entre géneros y una unidad de una sola carne.*
Mentira: Yo no puedo cambiar; así soy yo, tómalo o déjalo.
Verdad: Yo puedo cambiar pero esto requiere deseo, obediencia y poder.
Mentira: Ha habido infidelidad. Debemos divorciarnos.
Verdad: Las infidelidades son problemas serios y dañinos, pero no están mas allá de poder ser reparados y que haya reconciliación.
Mentira: No importa lo que yo haga; Dios me perdonará.
Verdad: Recibe la gracia de Dios con un corazón arrepentido.
Mentira: Se encuentra prácticamente destruido. Nada puede resolver esta relación.
Verdad: Nunca es demasiado tarde debido a que no hay nada imposible para Dios.
[*Nota del Editor: Aun cuando Dios ha creado a los esposos y a las esposas con responsabilidades y funciones específicas dentro del matrimonio, El no creó a uno superior al otro. Dios no hace acepción de personas. Al ser “una sola carne” la pareja forma un cordón de tres dobleces al estar conjuntamente unidos a Dios dentro de un pacto que no favorece a uno sobre el otro. Ambos son igualmente responsables de dar cuentas y de ser responsables delante de Dios dentro de este pacto.]
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